Capítulo 3 Sacar provecho
Uno de los métodos más factibles que tenía para conseguir lo que quería, era su comportamiento galante y coqueto. Siempre funcionaba con cualquier persona que tuviera un pequeño interés en él y la mujer delante de él no era la excepción. Sí, puede que ella no tuviera el mismo interés en él que él en ella, pero eso no era un impedimento para coquetear y hablar.
—Entonces, ¿qué puedes contarme sobre…?
—Ah, eso. Bueno, ser resultó que el fraudulento es hermano de la muchacha con la cual Dean estaba saliendo —No pudo evitar soltar una risita irónica y ella rió también—. Sí, ahora ves por qué él se alejó de todo eso. Supongo que no quiso estar en medio de semejante lío.
—Hombre precavido, eh —comentó, aún riendo.
—Yo diría que cobarde porque si no tuvo nada que ver con todo el asunto del fraude… —Ella dejó lo no dicho escrito en su hermoso rostro de piel nívea y él volvió a sonreír lobuno—. Dicen que el tipo huyó de la justicia y fue su hermana quién pagó por los platos rotos. La abandonó en la calle, aunque sé que sigue viviendo en la casa que comparte con su hermano. Al menos, los King tuvieron una pizca de piedad y le permitieron que conservase la casa.
—¿Los King? —cuestionó.
—Los dueños del banco —aclaró ella, mirándolo con una perfecta ceja fina arqueada y con una sonrisa en los labios—. Unas personas con mucho poder y dinero —De pronto, ella comenzó a reír con ganas… —. Oh, Señor, es un poco obvio lo del poder y dinero si son dueños del segundo mejor banco del país.
—Una familia poderosa, eh.
—En efecto, pero no estás interesado en ellos —Él negó con la cabeza, divertido por la situación y los chismes—. Bueno, volviendo al tema. Los rumores que ahora andan esparciéndose como pan de cada día son sobre esta pobre chica que quedó desamparada por lo que hizo su hermano. Hanna es una diosa caminando entre meros mortales, si me lo preguntas.
—¿Hanna?
—La protagonista actual de los rumores —esclareció ella—. Dean andaba como perrito faldero detras de ella, pero ahora no quiere saber nada. Mucho menos cuando andan diciendo que ella anda prostituyéndose para comer y pagar los gastos de la casa.
-¿What? ¿En serio? — «Esto me interesa y mucho. Hasta podría sacar provecho», pensó—. Vaya, ahora entiendo porque ese tipo la dejó de ver.
—Eso dicen, pero, siendo honesta, nunca la vi en nada raro —declaró ella—. La vi un par de veces salir de una panadería porque trabaja de medio tiempo allí. A quien veo de seguido es a Rosie. Y antes de que preguntes, Rosie es una empleada doméstica que estuvo con la familia Fischer desde antes que naciese Hanna.
—¿Tiene una empleada?
—Algo así —Ladeó la cabeza hacia un lado, mirándola fija y esperando ansiosa por los detalles. Ella volvió a reír por lo bajo—. Tú sí que eres una cotilla de primera.
—Culpable —satirizó.
—Los Fischer fueron una familia muy importante dentro de la alta sociedad hasta que ocurrió lo que ocurrió —inquirió ella—. Piero Fischer y su mujer, Síla, deben de estar revolcándose en la tumba por causa de sus hijos.
Él rió sin contenerse y ella se sumó a su risa, pero intuyó que ambos reían por motivos diferentes.
—Nunca imaginé que por aquí ocurriesen situaciones estas —imperó, cuando calmó su risa—. Las personas son tan… sorprendentes en algunos casos.
-No. Las personas no son sorprendentes —espetó ella—. Cierto tipo de personas actúan bajo la influencia de sus propios pensamientos oscuros. La humanidad en si es lo peor de este mundo.
—¿Acaso estás diciendo que somos…?
—¿Lo negarás? —Él se encogió de hombros—. Sé honesto conmigo y dime, ¿qué harías tú si tienes la oportunidad de hacerte con mucho dinero?
—No soy ese tipo de persona porque…
—Solo responde la pregunta.
—Nunca me he adueñado de nada que no sea mío —replicó, con la mirada fija en la de ella—. He estado en situaciones en las cuales algunas se me ha cruzado por la mente hacer algo indebido, pero opté por pasar necesidades que ir en contra de mis principios.
—Entonces eres un buen hombre.
—Error, dulzura —Él sonrió lobuno y ella negó con la cabeza—. Soy un hombre nefasto. Puede que jamás cometa algún delito, como adueñarme de algo que no sea mío, pero la realidad es que voy por la vida sin importarme nadie más que yo mismo.
—Eso no te hace un hombre nefasto —discutió ella—. Eso te define como un hombre egoísta.
—Mhm —musitó, sonriendo de manera pícara—. Buena definición.
Entre cervezas, risas y algún que otro comentario subido de tono, la noche transcurrió. Estaba más que seguro de que algún provecho sacaría de toda la información que obtuvo. Además, bien podría conseguir un poco de diversión extra si quisiera. Lo lamentable, sin embargo, era que esa diversión que quería no la tenía con la hermosa mujer que estaba sentada frente a él. Una pena, la verdad. Pero él la respetaba y por esa misma razón estaba aquí. Él era un hombre de palabra y le había asegurado a ella que nunca haría algo para incómodarla o que fuera visto de manera indecorosa. Los coqueteos estaban bien, pero ahí terminó todo. Bueno, había muchos peces en el mar, ¿verdad? Já, por supuesto que sí.