Capítulo 42 ¡Dímelo, porque no entiendo!
Xander no sabía qué era lo que le estaba pasando, tampoco sabía cómo describir lo que estaba sintiendo, pero sea lo que fuese, no le impidió dar un paso y otro más, hasta estar muy cerca, que casi podía tocarla, de la culpable de toda aquella confusión que lo roía por dentro. No sabía por qué se sentía inestable, casi vulnerable, ni quería averiguarlo o, lo que era aún peor, era que sí lo sabía, pero no quería reconocerlo para sí mismo (mucho menos decirlo en voz alta).
Y ahí estaba ahora, sintiéndose indefenso… Y un vil tirano cuando, en un arranque de posesión, ciñó a Hanna en sus brazos y la atrajo hacía sí. Ella se resistió, removiéndose y, luego gritó. Era el grito de una chica herida que deseaba huir y no podía, el grito de una chica que no quería amar, pero que amaba. Y, al tenerla tan cerca de su pecho y mirándola fijamente, Xander lo supo. Estaba allí, tan cerquita de él…
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