Capítulo 44 Soy el hijo más inteligente

Holly Jones no podía creer que había recorrido casi toda la jodida ciudad hasta dar por fin con su paradero. Un hotel de mala muerte con habitaciones tan pequeñas que se asemejaban más a una celda de prisión que una habitación en sí, y ni siquiera contaban con algún servicio extra. Haciendo una mueca de asco, levantó un poco la mano y tocó la puerta. Como lo supuso, no hubo respuesta alguna y rodó los ojos. Dejó escapar un suspiro resignado y, aplacando la sensación de sentirse sucia en un sitio tan descuidado, empujó la puerta con las puntas de los dedos. Entró y no le sorprendió lo que encontró. En una esquina, sentado en un andrajoso y descastado sofá, lo vio acurrucado como si fuese una bola. Las rodillas al pecho y la mirada vacía y perdida. Se preguntó por qué le tocaba hacer el trabajo sucio…