Capítulo 50 Soy un sinvergüenza
Si el mundo seguía girando, Xander no se dio cuenta. Todo a su alrededor dejó de existir. Todo cambió y sintió... ¿Qué sentía en realidad? Todo había sido demasiado para asimilar de un instante al otro y ahora… Dios, ¿cómo pudo ser capaz de semejante aberración? ¿Cómo fue que cayó tan bajo? ¿Cómo podía enmendar el que fue el peor error de su vida? ¿Tan ciego estuvo por su propio egoísmo que no fue…? Y las preguntas seguían formándose en su caótica mente, como grandes tornados que amenazaban acabar con la minúscula cordura que todavía le quedaba.
Con la mirada perdida en algún punto, Xander podía escuchar algo, quizás eran gritos, quizás otra pelea o… No lo sabía. Lo único que pudo hacer fue agachar la cabeza, llevarse las manos a las sienes y tratar de calmar el dolor que anidaba en su pecho. Pero el sonido de algo estrellándose causó que levantase la cabeza. No entendía… nada.
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