Capítulo 9 Esa ya cayó
Vaya suerte la suya, no tuvo que soltar un solo centavo para obtener la información que necesitaba. Había valido la pena recorrer las calles en busca de la dirección y ahora se encontraba frente a la casa, dispuesto a conocer a la muchacha de dudosa reputación. Por supuesto, también había utilizado sus encantos de chico humilde cuando antes hubo preguntado a una ancianita si era la casa de la familia Fischer. Dicha ancianita lo confirmó con una voz amable, diciéndole que efectivamente estaba en la dirección correcta.
Se había armado un perfecto plan para poder acceder a la casa, pero, una vez más, la suerte estaba de su lado. El enorme portón de rejas estaba abierto y, como si fuese dueño y señor, entró. Se sorprendió al ver el hermoso paisaje que ofrecía el inmenso vergel, aunque ciertamente no estaba muy bien cuidado. Caminó, admirando cada arbusto, plantas y flores del jardín. El césped necesita un poco de…
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