La anciana no pudo encontrar palabras y tan solo dejó escapar sollozos incontrolables. La enfermera suspiró al ver a Amber.
—Si en realidad tiene miedo a la muerte, debería dejar de ser tan terca. Debería seguir el tratamiento del médico y dejar de esconder sus medicamentos —murmuró la enfermera—. Tampoco debería culpar al señor Reinhart por ser demasiado duro. La señorita Reinhart ha sido hospitalizada y él tiene que cuidar de ella y de la empresa. ¡Tal vez esté agotado! Además, aunque él afirme que no le importa, siempre acaba buscándola cuando desaparece. Tanto el señor como la señorita Reinhart, son personas encantadoras, así que debería dejar de tener juicios sesgados hacia ellos. Tal vez sean los únicos que se preocupan por su vida en este momento. Solo siga mi consejo, señora Reinhart. Debería empezar a cuidar de sí misma, en lugar de involucrarse en todos estos comportamientos autodestructivos. Si sigue así, terminará arruinando su relación con las dos personas que la consideran familia —dijo la enfermera.
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