—No es necesario —afirmó Nicholas. Tomó la mano de Tessa y continuó con serenidad—. En primer lugar, el abuelo lo permitió en silencio. Para ser franco, ambas partes cometieron errores. No forzaré a Wanda a disculparse con nosotros. Solo quiero que deje de perturbarnos.
Stefania y Tobias fruncieron el ceño, comprendiendo que las palabras de su hijo tenían sentido.
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