Cuando Sofía acudió a la sala de prácticas para entrenar a Tessa en su técnica, descubrió que la pieza que practicaba la joven le resultaba muy desconocida y, a la vez, llena de emoción. Además, con sólo escucharla se imaginaba la canción al completo y no se cansaba de ella.
Tessa, en cambio, estaba tan concentrada en practicar que no se había dado cuenta de que había alguien en la puerta hasta que terminó la pieza.
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