A Joseph y Adán se les cayó la cara de vergüenza al escuchar a Nicholas, mientras el resto de la familia jadeaba de sorpresa. Joseph y Adam ya no pudieron contener su rabia cuando vieron la forma en que los demás los miraban.
—No deberías acusarnos así, Nicholas. ¡Hablas sin pruebas! ¡La información que nos diste no significa nada! No tienes pruebas —protestó Joseph.
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