Sin embargo, al ver que los dos discutían con entusiasmo y comían con normalidad, reprimió su fastidio y siguió atendiendo a Gregory.
—Señorita Tessa, usted también debería comer. No la he visto en varios días, pero ya ha perdido peso. —Miró el delgado rostro de Tessa, que parecía un poco angustiado.
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