Ámbar dejó de inmediato de gemir como si alguien le estuviera estrangulando la garganta. ¿Estaba aturdida por las atroces palabras de Nicholas o por el aura feroz que emanaba de él? Nadie lo sabía.
Sus ojos vidriosos se fijaron en él mientras el horror se la tragaba entera: ¡reconoció quién era Nicholas! «¡Mi hijo se hundió por culpa de este hombre!»
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