—Está engatusando al joven señor para que duerma arriba —respondió con actitud dócil.
Al oír eso, Nicholas asintió y subió a la habitación de Gregory. Al entrar y ver la escena que tenía delante, la expresión adusta de su rostro desapareció y le siguió una cálida sonrisa. La habitación estaba iluminada de manera escasa por una lámpara de cabecera de tonos cálidos, y se veía a Tessa abrazando al niño mientras ambos estaban sumidos en un profundo sueño.
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