Capítulo 486 No la amaré
Al día siguiente, Abel estaba ocupado con el trabajo. Sonó su teléfono, lo tomó y vio que era de la Mansión Lafuente. Lo puso en altavoz, para que no afectara a su trabajo.
—Abel. —Rosalinda estaba al otro lado del teléfono; preguntó—: ¿Volverás para comer?
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