Capítulo 397 El chocolate caliente del amor de Abel
—Te estoy diciendo la verdad —Abel asintió con seriedad—. Me fui a dormir todas las noches abrazado a una pelota de baloncesto y rezando por el primer puesto en el partido del siguiente día.
—A partir de ahora, tu baloncesto y yo somos rivales. Sólo se te permite abrazarme en la cama. ¡No se permiten balones de baloncesto!
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