—¡Aaah! —Terencio soltó un grito desgarrador que bien podría haber derrumbado el techo del edificio. Empezó a preguntarse cómo se había metido en aquella situación. «¿Dónde ha ido a parar mi ropa? ¿Qué pasó aquí? ¿Quién puede decirme qué está pasando?». Terencio tuvo ganas de derrumbarse allí mismo.
Su grito despertó a los tres hombres. Lo miraron con coquetería y susurraron:
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