Capítulo 3675 Haciendo jugadas
En la sala de reuniones de la Orden Eclesiástica, la expresión de todos era en particular solemne. Los miembros principales de la orden ni siquiera se atrevían a respirar. El lugar se encontraba en semejante silencio que se podía escuchar la caída de un alfiler. Al notar el ceño fruncido de Heber, Tundera exclamó:
—Márchense todos. Debo tratar algo con el Maestro Heber.
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