«¡Leandro es sencillamente asombroso!». ¡Su heroísmo había dejado a Abigail con la boca abierta! Cómo deseaba que no hubiera nadie cerca para poder agarrarlo por el cuello y darle un gran abrazo.
Leandro y Abigail entraron al restaurante giratorio después de ordenar a unos hombres que se llevaran a Guido.
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