Aarón estaba desconcertado. No esperaba que algo así pudiera ocurrir. ¡Ni siquiera pensó que Nivaldo pudiera ser tan cruel y duro con él en favor de esos dos extranjeros! Las personas allí presentes tampoco se atrevieron a decir nada. Nivaldo no iría a ocuparse de los asuntos administrativos mientras alguno de ellos tuviera algo que decir. Ellos podían hacerse los de la vista gorda ante la situación de Aarón.
—¿Qué piensa hacer? ¡Dígalo ya! —ordenó Nivaldo en un tono cruel.
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