Los tres se veían como granjeros con ropa vieja y barro en los pantalones. Estaban mirando a Qin Yaya y a Qin Jun en la entrada de la escuela en ese momento y no parecía importarles las miradas que recibían de otros. Qin Jun tomó a la chica de la mano y comenzó a caminar hacia ellos para preguntarles quiénes eran. Qin Yaya frunció el ceño y apretó la mano de su hermano.
―¿Los conoces, Yaya?
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