Capítulo 3 El último miembro de la familia Qin
Después de unos minutos, la condición del anciano señor Zhu se estabilizó y lo enviaron a una habitación VIP a descansar. Al terminar de examinarlo, se encontraba en buena condición. Ese chico era un doctor milagroso. Los doctores de hoy en día dependían demasiado de las máquinas, así que no podían tratar con facilidad muchas enfermedades. Un médico de MTC como Qin Jun era realmente excepcional y sorprendente al tener cualificaciones de alto nivel siendo tan joven.
«¿Quién rayos es ese joven? Debe conocerme como para llamarme tío Zhu», pensó Zhu Yong sentado frente a la cama con el ceño fruncido. Después de tantos años trabajando como corporativo, ¿quién no le llamaría con respeto al Señor Zhu? Nadie lo había llamado tío Zhu con tanto cariño en mucho tiempo. «¿Podría ser… él?»
Poco después llegó al hospital Zhu Linlin, la hija de Zhu Yong.
—¡El abuelo! ¿Cómo está el abuelo?
—¡Shhh! Tu abuelo está bien. Está durmiendo.
Zhu Linlin suspiró aliviada al escucharlo.
—Gracias al cielo está bien. Supe que un doctor joven y brillante lo salvó. ¿Dónde está?
—Ya se fue. —Zhu Yong movió la cabeza.
—¿Se fue? ¿Le agradeciste como es debido?
De repente Zhu Yong alzó la cabeza y miró a su hija.
—¿Recuerdas a la familia del señor Qin? Eran nuestros vecinos cuando eras pequeña.
Zhu Linlin se congeló.
—Sí, solía ir a su casa a jugar. Pero después la familia del señor Qin se metió en problemas… Eso me dijiste, papá.
Toda la familia Qin fue asesinada ese año. El suceso conmocionó a todo Donghai. Los recuerdos de la familia se desvanecieron lentamente con el paso del tiempo. Ahora la familia Qin era como un tabú. Desde entonces, las familias influyentes no podían mencionar lo sucedido a los Qin a menos que quisieran poner sus vidas en riesgo, incluso quienes eran cercanos a ellos, como la familia Zhu, no se atrevían ni a mencionarlos.
—En ese entonces todavía eras joven y no eras consciente de algunas cosas. Después del asesinato de la familia Qin, la policía obstruyó con barricadas el lugar. Yo estaba ahí por casualidad, pero no vi el cuerpo de Qin Jun.
—¿Qin Jun? ¿Quieres decir que está vivo? —preguntó impactada Zhu Linlin.
Zhu Yong asintió con seriedad.
—El hombre que salvó a tu abuelo me llamó tío Zhu. Parece ser de tu edad. Tengo el presentimiento… que es uno de los Qin.
Zhu Linlin se veía llena de alegría.
—Estoy muy contenta de que Qin Jun esté vivo. Pero, papá, ¿por qué no te ves feliz?
Zhu Yong sonrío con amargura.
—Claro que estoy feliz que Jun esté vivo, pero el chico tiene un corazón abatido y mal temperamento. Ahora que está de vuelta, me preocupa que las cosas vayan a complicarse.
«Si ese joven es de la familia Qin, debe haber regresado a Donghai en busca de venganza. Pero incluso con sus extraordinarias habilidades en medicina, ¿cómo podrá hacerle frente a los que tienen poder?»
Claro que Zhu Yong ignoraba que Qin Jun no solamente era bueno en medicina.
…
Qin Jun llevaba su bolsa y llegó al antiguo distrito al este de los suburbios de Donghai. El lugar se había convertido en una zona turística llena de casas restauradas, viejas, pero aún mantenían cierto valor, las cuales se encontraban separadas una de la otra y con patio; esto era escaso en una metrópolis tan modernizada. No había cambiado mucho en diez años. En definitiva, el área estaba bien mantenida y lucía similar a los recuerdos de Qin Jun.
Mientras caminaba por el patio, echó un vistazo a lo que solía ser su hogar. Tenía sentimientos encontrados. Todo se veía igual que antes, sin contar que el cartel que decía «Mansión Qin» ya no estaba ahí. Los pareados en la puerta parecían recién cambiados, como si alguien aún viviera ahí. Años atrás, los 18 miembros de la familia Qin fueron asesinados, excepto Qin Jun de 12 años y su niñera, la tía Feng. ¿Qué tal si…?
Qin Jun empujó la puerta frontal y caminó hacia el patio. El suelo estaba lleno de maleza, pero había señales de que alguien había estado viviendo ahí. Tras dar unos pocos pasos, podía escuchar a los perros ladrando desde el patio.
Qin Jun frunció el ceño y caminó al patio interior.
Lo primero que llamó su atención fue una enorme jaula cuadrada y metálica, dentro de la cual había una figura agachada en el rincón. Un tazón agrietado que contenía lo que parecía ser comida rancia estaba frente a la persona desconocida. Afuera de la jaula había tres enormes perros negros amarrados con cadenas, perros lobo tan grandes como un humano adulto, sus hocicos estaban cubiertos por espuma mientras ladraban y mostraban los colmillos. Qin Jun los ignoró y se acercó a la jaula para observar a quien parecía ser una mendiga tratada como un perro.
—¿Quién eres? —preguntó.
La mendiga alzó la mirada. Era una mujer de mediana edad con cabello largo y cara demacrada, se veía el terror en sus ojos. Al escuchar la pregunta de Qin Jun, no pudo evitar retroceder y no se atrevió a emitir sonido alguno. Aun después de diez años, la apariencia de un adulto no cambia mucho, por lo que Qin Jun miró su rostro y supo que la mujer frente a él era su niñera, la tía Feng.
—¿Tía Feng? ¿Eres tú, tía Feng?
Feng Juan se paralizó y alzó la mirada mientras un rastro de duda se asomaba en sus ojos.
—¿Quién…? ¿Quién eres tú?
La expresión de Qin Jun se ensombreció y apretó los puños.
—Tía Feng, soy yo, Jun.
Los ojos de Feng Juan pasaron del temor a la confusión. Luego, se llenó de alegría en tanto las lágrimas caían por su rostro.
—Joven amo… ¡Es usted! Está vivo… ¡Gracias al cielo! —La tía Feng era solo una niñera, pero ella había criado a Qin Jun desde que era niño, así que era como una segunda madre para él. Qin Jun estaba lleno de furia al ver como la habían tratado.
—¡Sal de ahí, tía Feng! —Qin Jun abrió la jaula e intentó dejar salir a la mujer.
—¡Cuidado, joven amo! —Feng Juan palideció del miedo repentinamente.
El momento en el que Qin Jun abrió la puerta de la jaula, los tres perros encadenados corrieron hacia ellos. El largo de las cadenas ya había sido calculado, permitiendo a los perros alcanzar la puerta de la jaula con el fin de asegurarse que Feng Juan no pudiera escapar. Los perros eran increíblemente agresivos y habían mordido un par de veces a Feng Juan, así que ella sabía lo aterradores que eran.
¿Qué harían ahora si no había podido advertir a Qin Jun?
Mientras los perros se acercaban a ellos, Qin Jun soltó un frío resoplido y con un rápido movimiento de muñeca, tres agujas plateadas salieron volando en dirección a los animales. ¡Zas! En un parpadeo, los perros bajaron la cabeza a medias mientras les salía espuma del hocico y tenían una aguja que sobresalía de sus cuellos, todos en el mismo lugar. Los ojos de Feng Juan se abrieron de par en par. No podía ver con claridad lo que había sucedido, todo lo que sabía era que los perros habían colapsado cuando el joven amo movió su brazo. Qin Jun caminó hacia la jaula y sacó de ahí a la tía Feng.
Feng Juan estaba débil tras haber soportado semejante tortura por tanto tiempo; además, se había infectado de rabia al ser mordida por los perros. Si Qin Jun no hubiera aparecido, ella habría muerto después de un par de días.
—Joven amo, mientras usted esté a salvo, yo estoy feliz. Estoy contenta de que esté vivo, pero si ya terminó de ver lo que tenía que ver, ¡apresúrese y váyase!
La mirada de Qin Jun se ensombreció mientras sostenía a la tía Feng.
—Ahora que regresé, no tengo intenciones de irme.