La mirada de Qin Jun se volvió gélida mientras se burlaba para sus adentros.
―¡Ja! ¿Por qué debería hacer lo que dicen? Salvaré a quien quiera y me detendré como desee. Nadie puede obligarme a hacer nada. ¿Quién eres tú para juzgarme? No olvides lo que dijiste antes. Ahora debería ser tu maestro, ¿verdad? ―Qin Jun se burló con las piernas cruzadas.
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