Capítulo 13 De nuevo en la residencia de los Tang
La puerta de la residencia de los Tang estaba completamente cerrada. Desde que Qin Jun armó un alboroto en su casa, la familia Tang se había quedado en ella y no se atrevía a salir, también habían limitado su contacto con la gente de fuera al punto en que habían dejado en suspenso algunos proyectos de colaboración con otras empresas por un tiempo. El gigantesco portón estaba cerrado con llave y dos corpulentos guardias de seguridad se encontraban frente a él, además que la residencia parecía estar muy vigilada.
Un hombre y una mujer se dirigieron hacia los guardias. Se acercaron y dijeron:
—¡Alto ahí! La familia Tang no se reunirá con ningún invitado, por favor, márchense.
—¿Eso es lo mejor que puede hacer Tang Tianhao? ¿Evitar ver a los invitados para evitar problemas al mismo tiempo? —Qin Jun se rio.
Justo cuando los guardias estaban a punto de responder, Tang Tianhao les habló a través de su auricular.
—¡Déjenlos entrar!
Los dos guardias estaban confundidos al principio, pero les abrieron la puerta. La tía Feng se sintió incómoda cuando miró la gran puerta de metal y el tranquilo patio.
—Joven amo, ¿cree que esto es una trampa?
Qin Jun esbozó una ligera sonrisa y pensó para sí mismo que sería un milagro si esto no fuera una trampa. Los Tang también eran una familia de renombre y su gente no cedería ante la amenaza de Qin Jun fácilmente. Esta vez, debían estar bien preparados para enfrentarse a ellos; sin embargo, a los ojos de Qin Jun, todos los arreglos que habían hecho serían inútiles.
Ya dentro de la residencia de los Tang, junto a Tang Tianhao había un hombre de mediana edad con estatura de 1,90m y de aspecto fornido. Desde lejos parecía una pequeña montaña.
—Maestro Zhang, siento molestarle para cuidar de este niño.
Zhang Hui asintió y miró a lo lejos con gran orgullo.
—No hay problema. Ya que el señor Tang me contrató por un buen precio, me encargaré de ellos, por muy bárbaros que sean.
Esa seguridad le dio a Tang Tianhao una gran confianza. Zhang Hui era un artista marcial, y se decía que había entrenado en la profundidad de la selva durante varios años. Un puñetazo suyo podía matar con facilidad a una vaca, así que enfrentarse a siete u ocho personas comunes y corrientes sería pan comido. Cuando Qin Jun estuvo aquí la última vez, derrotó fácilmente al guardaespaldas más viril de Tang Tianhao, y esa experiencia lo había puesto en guardia total. El guardaespaldas fue llevado después al hospital, pero el médico confirmó que su mano derecha ya no funcionaría de forma correcta. La mano de una persona había sido arrancada sin más por una simple aguja de plata. Eso parecía una especie de brujería.
Tang Tianhao, que estaba en silla de ruedas, todavía podía sentir un dolor intermitente en sus rodillas. Aunque Zhang Hui era poderoso, Tang Tianhao todavía tenía un poco de miedo de Qin Jun.
—Maestro Zhang, ese tipo Qin es bueno haciendo trucos sucios. Mi último guardaespaldas quedó paralizado justo después de que le clavara una aguja en el cuerpo, debe tener cuidado.
Zhang Hui sonrió con desdén, agarrando un cuchillo de fruta que estaba a su lado para después apuñalarse de un golpe.
—¡Maestro Zhang!
Todo el mundo estaba sorprendido y no sabían cómo reaccionar ante esto. El afilado cuchillo no dejó ni una sola herida en el puño de Zhang Hui. Por el contrario, se dobló en forma de L. Todo el mundo quedó atónito por la impresionante demostración ya que eran gente común corriente que jamás se había topado con un maestro tan hábil. ¿Es esta la legendaria Técnica de la Armadura Dorada? Si un cuchillo como este no podía herirle, un arma secreta como una aguja sería probablemente un juego de niños para él.
Contratar a Zhang Hui en definitiva valía la pena a pesar del elevado precio, al menos se sentían seguros con él cerca.
—Agh, ese Qin Jun. Debería haberse buscado un lugar donde nadie lo conociera y quedarse allí el resto de su vida. Ahora que tuvo las agallas de volver, ¡esto sólo demuestra que no sabe lo que significa la muerte!
—Deberíamos aprovechar esta oportunidad para cortar los lazos con la familia Qin, si no la gente pensaría que aún estamos relacionados a ellos.
—Hay que paralizar a ese chico Qin en lugar de matarlo. Si no, la gente pensará que la familia Tang es inhumana.
Los miembros de la familia Tang ya estaban ocupados discutiendo la mejor manera de ajustar cuentas con Qin Jun. Tang Tianhao dejó escapar una risa despreocupada:
—Creo que deberíamos romperle las extremidades y enviarlas a las tres familias más influyentes. Que ellos decidan cómo tratar con él, ya no es asunto de la familia Tang.
—Hermano, esa es una buena idea. Este chico morirá a manos de las tres familias más influyentes sin tener que hacer el trabajo sucio que manche nuestra imagen.
Tang Tianhao se sentía satisfecho con su plan. A pesar de haber gastado mucho dinero en el maestro Zhang, se alegraba de poder deshacerse de Qin Jun y, al mismo tiempo, demostrar su lealtad a las tres familias más influyentes, matando así dos pájaros de un tiro. Mientras estaban ocupados intercambiando ideas, Qin Jun y la tía Feng entraron por la puerta. Al ver a la familia de Tang Tianhao que se encontraba justo delante de la entrada, Qin Jun dejó escapar una sonrisa socarrona tras percibir arrogancia de cada uno de sus rostros.
—Tang Tianhao, parece que has decidido ignorar lo que he dicho antes.
Tang Tianhao resopló de modo despectivo.
—Pequeño truhan, ¿crees que puedes comportarte de una manera tan atroz en la residencia de los Tang? Ha llegado tu hora. ¡Maestro Zhang, es todo tuyo!
Zhang Hui asintió. Había asumido que su oponente era un gigante o una persona de aspecto monstruoso, pero resultó ser un chico ordinario. Qin Jun tenía unos veinte años y, aunque hubiera empezado a entrenar artes marciales desde joven, no sería rival para Zhang Hui. El maestro se levantó enseguida y adoptó una pose respectiva a un gran maestro.
—No me gusta aprovecharme de los niños pequeños. Si te arrodillas y pides perdón ahora mismo, podría considerar hacer tu muerte indolora.
La familia Tang continuó mirando a Qin Jung con arrogancia.
—Al menos tu muerte será honorable, canalla; este es el Maestro Zhang, a quien la familia Tang contrató por un alto precio, ¡así que estamos matando a una mariposa con una rueda!
Zhang Hui le dio una sutil sonrisa.
—Esa analogía no es muy precisa, no es digno de tal comparación. Si yo soy el cuchillo del carnicero, a lo sumo él es una mosca doméstica. Ja, ja, ja…
La familia Tang estalló en carcajadas, como si pudieran imaginar cómo Qin Jun se arrodillaría y rogaría clemencia, pero la expresión de Qin Jun era como un lago en calma. La cadena de metal en sus manos golpeó el suelo y esa fricción creó un sonido tintineante. Su actitud indiferente había molestado a Tang Tianhao.
—¡Maestro Zhang, acaba con él ahora! —Zhang Hui asintió—. Acabemos con esto para poder dar por terminado el día.
«Tratar con un niño como este no requiere ninguna técnica extravagante», pensó Zhang Hui caminando hacia él poco a poco para que sintiera la presión. Se puso delante de Qin Jun y le lanzó un puñetazo directo a la cara, el cual fue tan rápido como un relámpago que nadie se había dado cuenta de cuándo había levantado la mano. ¡Por algo lo llamaban maestro! Pero en ese momento, Qin Jun también había levantado la mano, le había retorcido el brazo y le había dado una bofetada. ¡Zas! Zhang Hui era rápido, pero Qin Jun lo era aún más, por lo que la palma de su mano aterrizó en la cara del maestro en un golpe fuerte y contundente. La mitad de la cara de Zhang Hui se hundió de repente. Una bofetada normal sólo habría hecho que la cara se le hinchara, pero una bofetada de Qin Jun le había fracturado la cara: su mandíbula inferior estaba destrozada y la sangre de su boca se derramaba por todo el suelo.
El golpe en la cara casi mató a Zhang Hui.