Cuanto más pensaba Hayley en ello, más enfadada estaba. Incapaz de soportar semejante humillación, al final decidió darle a Tessa una dura lección. Al pensar en ello, tomó su teléfono móvil, que había dejado a un lado, y llamó a un antiguo compañero de clase.
—¿Estás libre? Estoy en Viena ahora. Salgamos a tomar un par de copas.
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