Se dieron la vuelta, y una mujer sexy y hermosa, de pelo rubio y ojos verdes, se acercó a ellos. Parecía una muñeca, y sus ojos verdes eran como un par de esmeraldas que brillaban en la oscuridad.
—Hola, Kathleen. —Scott le sonrió, pero si alguien se fijaba bien, su sonrisa parecía distante.
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