Al pensar en esto, Leah se sumió en la tristeza y se desplomó sobre la mesa. Para su sorpresa, vio que una mujer sofisticada se le acercaba poco a poco. No era otra que Wanda Muller, quien desde hacía algún tiempo mantenía un perfil bajo. Vino preparada, aunque no se dejaba ver, se mantenía informada de todas las andanzas recientes de Tessa. Después de ver los titulares aparecidos en Internet durante los dos últimos días, Wanda sabía que Leah seguramente estaría despreciando a Tessa. Por lo tanto, vino a buscarla.
—Has terminado tu bebida. Aquí tienes otra por mi cuenta. — Le tendió un vaso a Leah.
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