«No. No puedo quedarme aquí sentada viendo cómo empeoran las cosas», pensó Wanda con toda seriedad. Pensando en ello, de inmediato hizo un gesto a su ayudante y le susurró: —Esta noche, ve a la mansión y....
Cuando se hizo de noche, el ayudante de Wanda llegó a la mansión por las afueras. En el sótano, el periodista yacía en el suelo sin vida cuando oyó pasos. Se levantó a toda prisa y se sentó derecho.
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