—Vamos a casa también —dijo Nicholas mientras deslizaba su mano en la de Tessa. Fue suave y cuidadoso al ayudarla a regresar a casa. La sonrisa de Tessa se ensanchó al ver que a su amado le gustaba la idea de volver a casa con ella. Con ese pensamiento, levantó la cabeza para contemplar la mandíbula afilada y perfecta del hombre. «Días como estos parecen perfectos», pensó.
Cuando llegaron a casa, Timothy y Gregory ya estaban allí. Gregory corrió hacia ellos al verlos entrar.
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