Al final, Janet sólo pudo salir furiosa. En cuanto salió del despacho, el grito de Tessa sonó detrás de ella Resultó que Nicholas la llevaba en brazos y se dirigía a su salón.
Janet miró a las dos personas que habían desaparecido en la habitación; no le costó mucho esfuerzo imaginar lo que harían. En ese momento, los celos se apoderaron de su corazón. Quería entrar en la habitación y arrastrar a esa mujer, a la que consideraba la zorra que había seducido a Nicholas, y matarla. Miraba sin ganas la puerta mientras sus manos se cerraban en puños. Sus uñas se clavaron en sus palmas, pero estaba entumecida y parecía incapaz de sentir el dolor.
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