—Por supuesto. —Tessa nunca había visto a Louis tan emocionado, y comprendió lo mucho que debía gustarle este violín. No tenía ninguna razón para rechazar su petición. Al obtener su consentimiento, levantó con cautela el violín en sus manos como si fuera un tesoro precioso.
Justo en ese momento, Angus entró en el vestíbulo con un largo cortavientos negro que le cubría. Por casualidad, vio la mirada de hipnotismo en los ojos de Louis cuando éste sacó el violín de su estuche.
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