Abel finalmente guardó su pistola en su bolsillo. Les dijo a los cuatro hombres que estaban incapacitados: "Los dejaré en su estado actual para que puedan transmitirle el mensaje a ese bastardo. ¡A partir de ahora, iré tras su vida! ¡Es mejor que le recuerden que vigile su espalda en todo momento!"
Los cuatro hombres ensangrentados temblaban de miedo. "¡Sí! ¡Lo haremos! ¡Gracias por perdonarnos!"
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