Abel tiró el vómito por el retrete y se secó la cara con una toalla fría antes de entrar en la habitación. Lucas se dio cuenta enseguida de que a Abel le pasaba algo en cuanto vio su rostro pálido como la muerte y las gotas de sudor frío en la frente.
—Señor Abel, ¿se encuentra bien? —Lucas preguntó preocupado.
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