Capítulo 327 Flores de Adrián
Abel marcó en varias ocasiones el número que había anotado del teléfono fijo en su teléfono, pero fue en vano. El convoy de tres coches aceleró por la carretera y llegó al pueblo de Borbollón en menos de dos horas. La oscuridad envolvía el campo, y sólo un puñado de farolas iluminaba la carretera principal. Los callejones eran aún más oscuros, sobre todo en este pueblo tan remoto. El pueblo donde vivía Kendra era el más pobre de la zona, y muchos de sus habitantes ya se habían mudado y se habían instalado en otros edificios. Los hogares restantes estaban formados principalmente por ancianos, enfermos, débiles y discapacitados. La casa de Kendra, como muchas otras, era un edificio pequeño y anticuado hecho de tejas. Los guardaespaldas la guiaron con sus linternas y localizaron rápido su casa. Sin embargo, cuando abrieron la puerta del patio, el interior estaba oscuro por completo y no había rastro de nadie.
—Señorita Kendra —preguntó Lucas con cautela—. ¿está usted dentro? —Pero no hubo respuesta. Entraron por la puerta abierta y buscaron el interruptor de la luz.
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