Benjamín ordenó a los guardaespaldas que se quedaran en el café, mientras él y el chófer volvían a Piedraverde a recoger a los niños.
Emma se dio un relajante baño caliente después de subir las escaleras. Había perdido la oportunidad de bañarse la noche anterior en el Precipicio porque estaba preocupada por las heridas de Abel. Ahora se sentía sucia.
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