—Bien, bien. Tú eres el apuesto. ¡Eres hombre más apuesto del mundo! —Su Luoli puso una mirada lujuriosa. Wen Qingmu se levantó de su asiento y le quitó la pomada de las manos.
—¡No tienes que ir porque yo se lo voy a dar! —No le iba a dar la oportunidad de ver a otro hombre. Cuando llegó a la puerta, se volteó y regresó a la mesa al lado de la cama para abrir el cajón.
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