Jian Yu llevó a Su Luoli al hospital de inmediato. Por fortuna la encontró a tiempo, de lo contrario, las consecuencias serían desastrosas. Sentado en el banco de la sala de urgencias, Jian Yu nunca se había sentido tan agotado en su vida. Antes él llevaba una vida libre; cuando quería asaltar tumbas, lo hacía, y cuando no, solo perdía el tiempo. Siempre había sido libre como un águila. El cielo era su patio de juegos, pero ahora se sentía perdido. De pronto, Zhou Licheng salió de la sala de emergencias.
—Señor Jian.
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