Yin Jin tenía la mirada fija en el suelo y sentía miedo hasta de respirar. Por otro lado, Wen Qingmu estaba que ardía de rabia y había algunas hojas con información esparcidas por todo el suelo. Siempre que recordaba cómo lucía Su Luoli la noche anterior, su corazón se aceleraba. Y su enojo aumentaba cuando pensaba en aquel cinto roto, ¡la habían estado golpeando hasta que se rompió! ¡¿Cómo se atrevieron a golpear a su mujer?!
—¿Es tan complicado encontrar un agente? ¿En verdad quieres conservar tu trabajo? —dijo mientras golpeaba el escritorio.
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