Capítulo 100 Una buena suerte increíble
Los arbustos crujían al moverse, Su Luoli se acercó y con mucho cuidado los separó con su mano. De pronto una cabecita saltó: era un perro callejero. Sus ojos eran grandes y temblaba de miedo, su pelaje estaba sucio y desordenado. Su Luoli se agachó para agarrarlo, pero el perro se asustó y se alejó un poco; después de pensarlo, tomó su bolso y sacó una galleta colocándola en la palma de su mano y tratando de acercarse a él. Al principio el perro era cauteloso, sólo se le quedaba viendo a Su Luoli, pero quizás la galleta fue demasiado tentativa y decidió acercarse poco a poco para comérsela en la mano de Su Luoli y al hacerlo, ella lo acarició. Por el tipo de raza, parecía que más bien lo habían abandonado y no era callejero, había escuchado que algunos actores conseguían perros para jugar con ellos cuando estuvieran aburridos, pero, cuando era momento de irse de la producción, los regalaban o los abandonaban.
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