Después de fijar la hora con Mu Ranzheng, Li Qinqin no podía dormir, solo daba vueltas en la cama tan emocionada que la sonrisa no desaparecía de su rostro; era como si pudiera prever que Mu Ranzheng estaba a punto de confesarle su amor. Esa noche, Li Qinqin revisó su teléfono en diversas ocasiones y, cuando la luz del día entró por su ventana, se levantó de inmediato y corrió hacia su guardarropa.
Al pertenecer a una familia adinerada, Li Qinqin tenía toneladas de ropa en su vestidor; corría por la habitación de un lado a otro buscando el atuendo adecuado para encontrarse con Mu Ranzheng, pero justo cuando se vio en el espejo se llevó un gran susto, pues se dio cuenta de que había subido de peso. Eso era algo aterrador para una chica que estaba empezando a enamorarse.
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