La chica arrogante se echó a reír al instante.
—Li Qinqin, ¿acaso eres estúpida? Si solo me queda un dólar, ¿te tengo que dar cincuenta centavos? Solo lo dije para consolarte, ¿acaso me creíste? —La chica volteó los ojos y después miró a Li Qinqin con desprecio.
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