Su Ruoyun, quien había estado con la cabeza agachada para evitar las miradas de todos, miró hacia su padre con lágrimas en sus ojos. Su Kun la miró con afecto.
—Desde que me embaracé, me he quedado en casa para prepararme para el parto tal y como mi suegra me lo indicó. Evito salir y no he ido a casa de mis padres más de diez veces; los vecinos son testigos. Por eso, no estoy involucrada en el secuestro.
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