Su Ruoyun miró alrededor del cementerio para asegurarse de que estuviera sola.
—Jianmo, lo lamento. En verdad, te lastimé y sé que no te lo puedo esconder. Estuve mal, pero por favor déjame en paz por el bien de mi bebé. ¿Puedes perdonarme solo esta vez? —Su Ruoyun acarició su vientre con una mirada cansada—. Voy a quemar más dinero de funeral para ti y si es posible, te voy a ayudar a regresar a la tumba ancestral. Solo te pido que me dejes en paz. —Dio tres reverencias seguidas y se fue.
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