Después de que la ceremonia de los premios terminara, ya era medianoche cuando Su Luoli llegó a casa y Wen Qingmu la estaba esperando. Últimamente había estado muy ocupada con su trabajo y tuvo que solicitar un permiso para asistir a los premios porque de lo contrario, no tendría tiempo ni de ir a casa. En cuanto abrió la puerta del dormitorio, vio a Wen Qingmu sentado en la cama con un aspecto nada soñoliento; de manera inmediata, Su Luoli se abalanzó hacia la cama y se lanzó a sus brazos.
—¡Gracias!
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