—¿Y si no puedo esperar hasta la noche?
La voz de Wen Qingmu estaba un poco ronca y sonaba extremadamente atractiva y seductora. Al escuchar sus palabras, el rostro de Su Luoli se sonrojó. Wen Qingmu notó que Su Luoli estaba quieta y extendió sus manos para desvestirla.
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