Mu Ranzheng también había estado viviendo en este mismo chalé desde hace unos días y mientras llovía a cántaros estaba en su habitación jugando videojuegos. De pronto, una ráfaga de viento sopló dejando caer la llovizna hacia adentro y, al terminar de jugar la primera ronda, se levantó para cerrar la ventana.
—No puede ser…
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