—¡Sí, tu esposo! —la enferma volteó a ver a Su Luoli dudosa. Aunque todos habían sido advertidos de no hablarle de Wen Qingmu, decirle “su esposo” estaba bien. Mientras que no dijera que su esposo era Wen Qingmu, el jugador genio de renombre mundial.
—¿Mi esposo estuvo aquí?
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