Capítulo 341 Déjame hacerlo
Por supuesto, no podía pronunciar tales palabras delante de Guadalupe. Inesperadamente, en cuanto Cintia salió del café, recibió una llamada de Camilo. Miró a su alrededor y decidió volver a la cafetería. Se sentó en la silla, esperando su llegada.
Tal vez porque el estado de Cintia mejoraba día a día, después de un rato sentada en el café se acercaron bastantes personas a entablar conversación. Ella no estaba especialmente interesada en esos frívolos individuos. Se limitó a lanzar una mirada casual a los guardaespaldas sentados en la mesa vecina. Ellos comprendieron al instante la situación y rodearon sutilmente al hombre, que se calló asustado y se escabulló sin decir palabra.
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