Capítulo 292 Un desastre de carne y sangre
—Sabía que tu herida no era leve —Cintia suspiró pesadamente, luchando por rodear con sus brazos la cintura de Camilo. Él pareció recobrar el conocimiento y, bruscamente, le agarró la muñeca con fuerza.
—¡Camilo, soy yo! —exclamó Cintia, dolorida—. Déjame echarle un vistazo a tu herida.
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