Capítulo 338 Cuida bien de ella
En aquel momento, su abuela acababa de morir, y Clotilde nunca vio esa expresión en el rostro de Helena. Su malicia era tan evidente que hizo que Clotilde se agarrara la ropa con fuerza mientras temblaba.
Confundida, la arrastraron al cuarto de baño. Frente a una palangana de agua fría, retrocedió y se negó a moverse. Ya tenía las manos congeladas e hinchadas. Acababa de aplicarse un medicamento. Si volvía a sumergirlas en agua fría, acabaría perdiendo los dedos. Sin embargo, al final, el ama de llaves la obligó a meter la mano en el agua.
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