Capítulo 173 Seguir con vida
—¡En el segundo año, conseguí robar cebada malteada! Y al tercer año, ¡tenía malta de trigo! —Mientras hablaba, su expresión cayó de repente en la desolación—. Al cuarto año, ya no tenía que esconderme porque mis abuelos habían fallecido...
En un instante, Armando sintió un tirón en el corazón, deseando nada más que abrazarla y consolarla.
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