Capítulo 308 Rompiéndole las piernas como disculpa
—Basta —declaró fuerte Clotilde, agitando la mano en un gesto despectivo mientras se sentaba elegante en el sofá, con las piernas cruzadas y el tono helado—. No me interesa observar cómo disciplinas a tu hijo. Jaír y Camila conspiraron contra mí. De no ser por la oportuna intervención de Armando y, con franqueza, una buena dosis de suerte, lo perdería todo. Aunque consiguiera sobrevivir, mi reputación estaría hecha trizas, mi matrimonio en peligro y no olvidemos... —Su voz se entrecorta, esboza una sonrisa pícara y se acaricia con suavidad el vientre—: ¿Se olvidaron? Estoy embarazada.
Timoteo se quedó sorprendido por su revelación. Si Clotilde no lo mencionara, podría pasar por alto un detalle tan crucial. Armando, levantando un poco la barbilla, los miró con desdén.
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